Soy la víctima asegurada del Aburrimiento, siempre me ataca a mí. así que, me desquito escribiendo esta historia bi-polar. Espero les guste.
Los capítulos anteriores los pueden buscar en ETIQUETAS, "LA VIDA EN EL PALACIO"
Adopción.
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Adopción.
Terminé de vestirme, solo me faltaba el calzado, pues no tenía nada en los pies. Pero así salí hacia aquel pasillo, donde me esperaban las asesoras.
-Por favor, entren, necesito su ayuda- dije en susurro, aunque nadie se encontraba para escuchar, además de ellas y yo.
Ellas entraron, de inmediato.
-Te ves magnifica-Dijo Daniela, con unos ojos de admiración
-Me falta el calzado- dije sin prestar mucha atención al comentario de Daniela.
-Así es, aquí están tus sandalias- dijo con una sonrisa Melanie, mientras tomaba una caja de zapatos que se encontraban sobre la mesita de noche que estaba al lado de mi cama.
-Gracias- dije apenada-No la había visto-Me disculpé.
-No te preocupes- dijo e hizo una mueca Melanie.
Abrí la caja, y eran unas sandalias hermosas, color negro como la falda con unos detalles blancos para que combine con la camisa. Me las coloqué rápidamente.
-¡Listo!-dije con una voz algo alta.
-¡Vamos!- Dijo alegre Daniela, y me tomó de un brazo, sacándome de la habitación. Ella, era muy feliz, se le notaba con solo ver su cara, era muy amigable.
-¿Hacia donde nos dirigimos?- pregunté.
-Vamos hacia donde se encuentran tus futuros padres- dijo con una voz algo seca Melanie. Ella, era algo menos feliz que Daniela.
-¿Oh?- fue lo único que de mis labios salió no se me ocurrió otra cosa que decir.
Estábamos justo enfrente de la gran puerta del orfanato, nunca las había visto cerradas, pero ahora, lo estaban; dos hombres con traje formal, color negro, se encontraban cuidando la cerradura.
-No tengas miedo confía en Marco- Dijo sonriente Daniela
-¿Quién es Marco?- dije, pero antes de terminar la pregunta, alguien me estaba abrasando desde atrás, me asusté e intenté gritar, pero me callaron antes de que lo hiciera.
-No te preocupes querida- Dijo con voz amable Melanie- Él es tu guardaespaldas, te sacará de aquí, solo te está protegiendo, porque allá afuera habrán muchos reporteros que te acosarán, y él los apartará de ti.
Aún no terminaba de entender esto, pero me tranquilicé un poco. Y al darse cuenta de esto mi "Guardaespaldas" me quitó poco a poco la mano que me callaba de la boca. Decidí confiar en él ahora, no había nada que perder ahora.
-Gracias-Dijo con una voz muy ronca mi guardaespaldas.
Y los dos hombres que se encontraban cuidando las cerradura abrieron las puertas y todos salimos muy rápido, primero tres hombres vestidos de negro haciendo una especie de triángulo, Luego, detrás de ellos, a poca distancia Melanie, y seguida Daniela, mi guardaespaldas me empujó hacia adelante, y lo único que hice fue caminar rápidamente, pues él me empujaba, estaba cubriéndome con sus brazos sobre los míos como si me estuviera abrasando. Me percaté de que atrás venían otros tres iguales que los de adelante. Haciendo el mismo triángulo.
Llegamos al estacionamiento, era una camioneta, negra, con los vidrios Ahumados, y la puerta abierta para que yo entrara, me percaté de que las dos chicas de la mañana se habían subido a un auto negro, que estaba adelante de la camioneta. Cuando llegó el momento de subir, subí, pero mi guardaespaldas no lo hizo, me dejó justo al entrar a la camioneta. Luego, me dí cuenta de que él se había subido en la parte delantera de la camioneta y yo estaba atrás. El camino se me hizo largo, no sé porqué pero me divirtió mucho los camarógrafos.
-Debes salir cuando yo abra la puerta ¿Vale?- dijo con voz dura mi guardaespaldas.
-Ok- no quise replicar, no quería cambiar el ánimo, pues me esperaba una vida entera de sorpresas.
Él abrió la puerta de la camioneta, y yo salí, me quedé paralizada, estaba en una alfombra roja, y al rededor, habían solo militares vestidos de blanco levantando sus espadas hacia arriba, como en las películas de princesas. Eso me asustó mucho.
-Camina- dijo con voz dura y ronca mi guardaespaldas, ya podía reconocer su voz, porque ni siquiera voltee para cerciorarme.
Pero obedecí, y caminé hasta el final de ese lugar, me esperaba la primera dama, ya la conocía, por los periódicos, Internet y todos los demás medios de comunicación. Me abrasó amablemente y me dio la mano. Y juntas caminamos. Me condujo a un lugar donde habían muchas cámaras, los periodistas eran muchos.
-Todo está bien- Dijo en un susurro y sonriendo para las cámaras.
Yo, no me había percatado de que mi cara era de asombro de asustada, así que de repente, hice una mueca como de sonrisa, sabía que no engañaba a nadie.
Llegamos a una gran sala, donde se encontraba el presidente, pero era otra persona quien tenía la palabra. Era sin duda, una Juez, la que decía que yo sería la hija adoptiva del presidente, Todo pasó muy rápido, solo les había costado tres días para que me pudieran adoptar, eso me hizo recordar que una amiga, fue adoptada y una vez su mamá nos contó cuanto les costó a su esposo y a ella que el juez se la concedieran. Sonreí para mis adentros, una vez más mi subconsciente me decía que era el poder de la política.
La Juez comenzó a hablar, y a mi me sentaron a un lado de la primera dama, y otro del presidente. Se me hicieron demasiado largas las palabras de la Juez. Pero al final se terminó y luego, ambos, tanto el presidente como la primera dama firmaron un papel. Todos, aplaudieron y yo, sonreí, aunque esa sonrisa no era de felicidad, si no, de apariencia, lo sabía.
Ambos, el presidente y la primera dama, ahora mis padres, me tomaron de una mano cada uno y nos dirigimos hacia la salida y las cámaras ahora no me dieron risa, pues me segaban los fashes. El presidente, abrió la puerta de una Limusina que nos esperaba, era blanca, esto me recordó a la última fiesta de aniversario de casado de mis padres, y mis lágrimas comenzaron a salir sin parar, en ese momento yo ya estaba subiendo al auto, pero mi "madre" se dio cuenta de mis lágrimas, puso sus dedos suaves sobre mis mejillas las secó, ella terminó de entrar en la limusina, con su gran sonrisa en el rostro.
-Todo irá bien- dijo con voz suave la primera dama.
-No te preocupes, haremos todo para que seas feliz de nuevo-Dijo el presidente en un susurro.-Llegaremos pronto, te tenemos una sorpresa, espero cambie tu ánimo-Y sonrió
-Gracias- dije, pero mi voz se quebró.
Realmente jamás me esperé que fueran amables, nunca lo esperé. Pero así fue, no habían cámaras y ellos eran amables conmigo.
Y la primera dama me pasó la mano por los hombros, me tenía prácticamente abrasada.
Pasaron unos minutos que para mí me parecieron años, y llegamos, era una casa hermosa, muy grande, una mansión. Era muy linda, esto me hizo despegar una sonrisa de mi rostro. Esta, era mi nueva casa. Pero, mis padres, no estaban allí, por eso mi sonrisa se desvaneció ante aquel pensamiento. ¿De que serviría si no estaban ellos allí?
-Por favor, entren, necesito su ayuda- dije en susurro, aunque nadie se encontraba para escuchar, además de ellas y yo.
Ellas entraron, de inmediato.
-Te ves magnifica-Dijo Daniela, con unos ojos de admiración
-Me falta el calzado- dije sin prestar mucha atención al comentario de Daniela.
-Así es, aquí están tus sandalias- dijo con una sonrisa Melanie, mientras tomaba una caja de zapatos que se encontraban sobre la mesita de noche que estaba al lado de mi cama.
-Gracias- dije apenada-No la había visto-Me disculpé.
-No te preocupes- dijo e hizo una mueca Melanie.
Abrí la caja, y eran unas sandalias hermosas, color negro como la falda con unos detalles blancos para que combine con la camisa. Me las coloqué rápidamente.
-¡Listo!-dije con una voz algo alta.
-¡Vamos!- Dijo alegre Daniela, y me tomó de un brazo, sacándome de la habitación. Ella, era muy feliz, se le notaba con solo ver su cara, era muy amigable.
-¿Hacia donde nos dirigimos?- pregunté.
-Vamos hacia donde se encuentran tus futuros padres- dijo con una voz algo seca Melanie. Ella, era algo menos feliz que Daniela.
-¿Oh?- fue lo único que de mis labios salió no se me ocurrió otra cosa que decir.
Estábamos justo enfrente de la gran puerta del orfanato, nunca las había visto cerradas, pero ahora, lo estaban; dos hombres con traje formal, color negro, se encontraban cuidando la cerradura.
-No tengas miedo confía en Marco- Dijo sonriente Daniela
-¿Quién es Marco?- dije, pero antes de terminar la pregunta, alguien me estaba abrasando desde atrás, me asusté e intenté gritar, pero me callaron antes de que lo hiciera.
-No te preocupes querida- Dijo con voz amable Melanie- Él es tu guardaespaldas, te sacará de aquí, solo te está protegiendo, porque allá afuera habrán muchos reporteros que te acosarán, y él los apartará de ti.
Aún no terminaba de entender esto, pero me tranquilicé un poco. Y al darse cuenta de esto mi "Guardaespaldas" me quitó poco a poco la mano que me callaba de la boca. Decidí confiar en él ahora, no había nada que perder ahora.
-Gracias-Dijo con una voz muy ronca mi guardaespaldas.
Y los dos hombres que se encontraban cuidando las cerradura abrieron las puertas y todos salimos muy rápido, primero tres hombres vestidos de negro haciendo una especie de triángulo, Luego, detrás de ellos, a poca distancia Melanie, y seguida Daniela, mi guardaespaldas me empujó hacia adelante, y lo único que hice fue caminar rápidamente, pues él me empujaba, estaba cubriéndome con sus brazos sobre los míos como si me estuviera abrasando. Me percaté de que atrás venían otros tres iguales que los de adelante. Haciendo el mismo triángulo.
Llegamos al estacionamiento, era una camioneta, negra, con los vidrios Ahumados, y la puerta abierta para que yo entrara, me percaté de que las dos chicas de la mañana se habían subido a un auto negro, que estaba adelante de la camioneta. Cuando llegó el momento de subir, subí, pero mi guardaespaldas no lo hizo, me dejó justo al entrar a la camioneta. Luego, me dí cuenta de que él se había subido en la parte delantera de la camioneta y yo estaba atrás. El camino se me hizo largo, no sé porqué pero me divirtió mucho los camarógrafos.
-Debes salir cuando yo abra la puerta ¿Vale?- dijo con voz dura mi guardaespaldas.
-Ok- no quise replicar, no quería cambiar el ánimo, pues me esperaba una vida entera de sorpresas.
Él abrió la puerta de la camioneta, y yo salí, me quedé paralizada, estaba en una alfombra roja, y al rededor, habían solo militares vestidos de blanco levantando sus espadas hacia arriba, como en las películas de princesas. Eso me asustó mucho.
-Camina- dijo con voz dura y ronca mi guardaespaldas, ya podía reconocer su voz, porque ni siquiera voltee para cerciorarme.
Pero obedecí, y caminé hasta el final de ese lugar, me esperaba la primera dama, ya la conocía, por los periódicos, Internet y todos los demás medios de comunicación. Me abrasó amablemente y me dio la mano. Y juntas caminamos. Me condujo a un lugar donde habían muchas cámaras, los periodistas eran muchos.
-Todo está bien- Dijo en un susurro y sonriendo para las cámaras.
Yo, no me había percatado de que mi cara era de asombro de asustada, así que de repente, hice una mueca como de sonrisa, sabía que no engañaba a nadie.
Llegamos a una gran sala, donde se encontraba el presidente, pero era otra persona quien tenía la palabra. Era sin duda, una Juez, la que decía que yo sería la hija adoptiva del presidente, Todo pasó muy rápido, solo les había costado tres días para que me pudieran adoptar, eso me hizo recordar que una amiga, fue adoptada y una vez su mamá nos contó cuanto les costó a su esposo y a ella que el juez se la concedieran. Sonreí para mis adentros, una vez más mi subconsciente me decía que era el poder de la política.
La Juez comenzó a hablar, y a mi me sentaron a un lado de la primera dama, y otro del presidente. Se me hicieron demasiado largas las palabras de la Juez. Pero al final se terminó y luego, ambos, tanto el presidente como la primera dama firmaron un papel. Todos, aplaudieron y yo, sonreí, aunque esa sonrisa no era de felicidad, si no, de apariencia, lo sabía.
Ambos, el presidente y la primera dama, ahora mis padres, me tomaron de una mano cada uno y nos dirigimos hacia la salida y las cámaras ahora no me dieron risa, pues me segaban los fashes. El presidente, abrió la puerta de una Limusina que nos esperaba, era blanca, esto me recordó a la última fiesta de aniversario de casado de mis padres, y mis lágrimas comenzaron a salir sin parar, en ese momento yo ya estaba subiendo al auto, pero mi "madre" se dio cuenta de mis lágrimas, puso sus dedos suaves sobre mis mejillas las secó, ella terminó de entrar en la limusina, con su gran sonrisa en el rostro.
-Todo irá bien- dijo con voz suave la primera dama.
-No te preocupes, haremos todo para que seas feliz de nuevo-Dijo el presidente en un susurro.-Llegaremos pronto, te tenemos una sorpresa, espero cambie tu ánimo-Y sonrió
-Gracias- dije, pero mi voz se quebró.
Realmente jamás me esperé que fueran amables, nunca lo esperé. Pero así fue, no habían cámaras y ellos eran amables conmigo.
Y la primera dama me pasó la mano por los hombros, me tenía prácticamente abrasada.
Pasaron unos minutos que para mí me parecieron años, y llegamos, era una casa hermosa, muy grande, una mansión. Era muy linda, esto me hizo despegar una sonrisa de mi rostro. Esta, era mi nueva casa. Pero, mis padres, no estaban allí, por eso mi sonrisa se desvaneció ante aquel pensamiento. ¿De que serviría si no estaban ellos allí?
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